SER DE LAS CUEVAS
Que nadie se llene la boca diciendo que es cuevero si no lo siente en sus carnes y en su alma. Ser de las Cuevas no sólo es nacer o vivir bajo montañas de arcilla. Es algo más profundo. Es sentirse en comunión con la tierra que se pisa, compartir una forma de vida particular; es defenderse de los ataques que siempre hemos sufrido, es la lucha continua contra el menosprecio y el abandono. Soy cuevera porque lo siento en lo más hondo de mi ser. Mis ojos me muestran los cerros ocres con sus chimeneas blanquisimas, cobijo de buenas almas. El cerro de la Escalera y el de la Bala son nuestros vigías. Mis oídos me traen sonidos especiales: el piar de las aves libres, las conversaciones de los vecinos, las herramientas del picaor, las zambombas. El sabor de las uvas de los parrales y el dulzor de los higos maduros me recuerdan donde estoy. El olor del barro de la alfarería de Pepe Balboa, del pan recién horneado de Tomás, las morcillas del Fifo. El aroma del tomillo y del rome...