TARDE DE ESTÍO (2º Premio Concurso relatos breves "El sombrero de tres picos" revista Absolem) Terminó de refrescar la placeta. La tierra, por lo común aplastada por el continuo ir y venir de personas y bestias, se levantaba en un fino polvo a la caída de la tarde y era tarea obligada el asentarlo. La anciana mujer sacó del pozo un cubo de agua y lo fue vertiendo meticulosamente por todo el espacio con sus manos ahuecadas en forma de cazoleta. Con la escoba de palo de caña barrió algunas brevas caídas por su propia madurez y la fuerza de la gravedad, así como bastantes hojas secas de las distintas plantas de la finca que, ya agostadas, el viento arremolinaba en un rincón de la misma. Ahora tocaba el momento del descanso y sosiego. Tomó asiento en una silla baja de anea bajo el hermoso emparrado que sombreaba y refrescaba el lugar, con el tabaque de la costura a un lado. Sacó de su interior una sábana amarillenta que en sus buenos tiempos fuera nívea, con más de...
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Mostrando entradas de octubre, 2022
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LA MERIENDA El otro día me dice mi hijo: - No hay nada para merendar. Y yo me quedo con la boca abierta. "Si el otro día compré en el super galguerías para poner tienda, ¿ya se las han comido estos tragaldabas? Me voy a la cocina y ahí estaba el armario hasta los topes. -”Mira ”delicao”; tienes galletas María, Campurrianas, bizcochos de soletilla, oreos de esas negras y pienso (copos de avena). Además tienes pan, leche de tres tipos, yogur y fruta. No me digas que no hay ná para merendar que te desheredo, que os habéis puesto muy exquisitos. Verguenza me daría a mí. En mis tiempos cogía media barra de pan y con aceite y azúcar nos poníamos las botas. O con miel de caldera, pa tu madre puñetera. O cogíamos un mendrugo de pan duro y con la leche hacíamos una sopillas. Me dicen a mí que no hay ná. En el mejor de los casos, a primeros de mes, podía entrar en mi casa un bote de leche condensada o Pralín y nos quedábamos en la gloria con esos bocadillos. Y para celebra...
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CASCAMORRAS 9 de septiembre. La mañana está fresca; nada que ver con el calor sofocante de los meses anteriores. El niño se levanta más temprano que lo acostumbrado pues en los primeros momentos de vigilia le asalta una preocupación: no ha comprado aún la almagra para pintarse esa tarde. Ya se lo llevaba avisando la madre, pero con el jaleo de los días de feria se le ha echado el tiempo encima y apenas faltan unas horas para el gran momento, el del Cascamorras. Pero ese olvido le va a traer más dolor de cabeza. No se acordaba que es festivo y las tiendas están cerradas. Su gozo en un pozo. Pero no se amilana y coge el móvil mandando mensajes a varios de sus amigos. Uno contesta: ”Sí, tengo pintura”. Respira tranquilo. Ya que está levantado decide preparar la ropa para la carrera. En el cuarto de desahogo guardó las zapatillas más viejas y en su armario tiene una camiseta que se manchó de lejía. Un pantalón rabicorto completa su vestuario. ...