LLEGAR A FIN DE MES

Sólo le quedaban en la cartera 1500 pesetas y todavía estaban a mediados de mes.

En su cabeza, poco dada a las matemáticas de libro, bailaban la rumba los números y las cuentas para ver como se las arreglaba para llegar al día treinta.

Lo primero era pagar. El préstamo se lo quitaban directamente sin permiso y con alevosía y los demás gastos, los iba capeando conforme iban surgiendo.

Con la bolsa de rafia colgada del brazo y con paso rápido recorrió el camino hasta la Puerta Alta. Tocaba pagar la luz. La cremallera del monedero pilló el billete verde como queriendo dejarlo atrapado. Sabía que una vez cambiado por otros más pequeños era billete gastado.

Con el recibo pagado se dirigió a la Plaza de Abastos a comprar pescado.

- ¿Qué te pongo?

- Dame medio kilo de boqueroncillos.

Y otro billete, el del tio calvo, desapareció de sus manos a cambio de un puñado de pescados bien despachados.

Con el desmedido peso que, irónicamente, provoca la escasez subió calle Santiago arriba para plantarse en otro tirón en su barrio de las Cuevas. 

Mientras sus pies avanzaban  automáticamente, su mente volvía a contar y recontar las pocas monedas con la que regresaba y pidiendo a Dios que no surgiera ningún imprevisto que acabara por desbaratarle, aún más si cabía, la supervivencia.

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