¿DÓNDE ESTÁS, AMOR?
Cupido estaba que le iba a dar algo. En los últimos tiempos no daba una a derechas. Las parejas que atravesaba con sus doradas y amorosas flechas duraban menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
Ese angelote, antaño rubito y rechoncho, estaba ahora más seco que la mojama y unas canas traicioneras le sobresalían tiesas por encima de su suave melena.
“El estrés, que es muy malo”, le decía su archienemiga, la diosa Diana.
Y tenía que darle la razón, ¡con lo que él había sido, que donde ponía el ojo, iba la flechita y "zas", amor a primera vista!
"Será cosa del arco, que está desequilibrado" , pensaba para sí. Y lo llevó al herrero de gladiadores para que lo pusiera a punto.
La primera prueba consistía en unir un mozalbete bien plantado y una chica dulce y estudiosa: éxito asegurado en otros tiempos, ahora fracaso rotundo.
Visitó al oftalmólogo sospechando que podría ser culpa de la vista.
- ¡Ni pensarlo! Yo no me pongo gafas.
- Cupido, es normal tener un poco de miopía - intentaba consolarlo el oculista.
- Bueno. Pero me pongo lentillas y de color azul, ya puestos, porqué no tener unos ojazos acordes con mi pelo de oro.
Ni con esas. Los enamorados se desenamoraban al rato de conseguir el ansiado encuentro carnal, y su depresión iba en aumento.
No le quedó otra que poner una conferencia con Atenas.
- Eros al habla.
- Hola, perla, soy Cupido.
- ¿Cupido? ¿El gordo romano?- contestó el otro.
- Si te vas a poner a insultar, cuelgo ahora mismo - dijo bastante alterado.
- Perdona, hijo. Qué susceptible estás.
- ¿Cómo quieres que esté? ¡Si no me sale una pareja en condiciones! Se acerca San Valentín y me estoy viendo en el paro.
- Ya será para menos - intentó consolarlo el de Grecia.
- ¿Para menos? No me hagas hablar, no me hagas hablar. Estoy a base de Valium.
Se oyó un suspiro al otro lado de la línea telefónica.
- Te voy a confesar algo, pero que no salga de aquí. Yo estoy igual. Esto es un disloque. Estoy pensando en la jubilación anticipada y todo.
- Pues estamos buenos. ¿Qué está pasando con esta sociedad?
- He investigado algo- bajó la voz como una confidencia- y la culpa la tiene la red.
- ¿Qué red? ¿La de pescar?
- ¡Que pesca ni ochos cuartos! Internet. Tanto “Feisbuk”, Netflix, Instagram… Lo están usando tan mal, que va a ser nuestra ruina.
- Y la ruina de los hombres también.
- Que lo sepas.
- Pues eso. Anda con Zeus.
- Y tú con Júpiter.
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