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Mostrando entradas de junio, 2023

EL TOMILLO ETERNO

Cuenta mi padre, ya octogenario, que también le contaba el suyo, que la gran mata de tomillo que corona el cerro que vemos desde nuestras casas lleva ahí desde que se acuerdan, lo que significa que ya estaba crecido cuando España perdió Cuba. Desde su mirador privilegiado tiene una de las vistas más maravillosas del mundo. A sus espaldas sale el sol que recorta las siluetas de la Alcazaba y la Catedral y alumbra con su luz mágica los cerros de arcilla y al frente, el barrio de las Cuevas al completo, con sus fachadas encaladas, sus blancas chimeneas, los parrales y las higueras y que va desde el barranco de Fuente Mejías hasta el cerro de la Escalera, pasando por Cañadas y Veredas. A sus pies ha visto crecer y desaparecer varias generaciones de hombres y mujeres humildes:  sirvientas, lavanderas,  agricultores, pastores, alfareros… Los Trillos, los Chuscas, La Pimpoya, los Huetes, los Trastornos, los Parrillas, los Pacheches, los Atanasios, los Ferrones, los Borreguillos, el F...

FIESTA DE GRADUACIÓN

Sabe que esa noche es su última oportunidad. No puede desaprovecharla, así que está dispuesta a poner toda la carne en el asador, o mejor el hueso, porque con ese cuerpo esquelético que la naturaleza le ha dado, poca chicha tiene que asar. El caso es que es la fiesta de su graduación. Ya finaliza esa etapa que comenzó seis años atrás y que no le deja buen sabor de boca.  En este tiempo ha estudiado, reído, llorado y se ha enamorado, pero con la mala suerte de no ser  correspondida. ¡No tenía en quien poner el ojo! Nada menos que en el guaperas de turno por el que suspiraba la mitad o más de las féminas del instituto. Para él era invisible, no podía compararse en elegancia ni en porte con las demás y la inteligencia no se ve a simple vista, por desgracia. Seis años sin atreverse a dirigirle la palabra y ahora, esa última cena se convertía en su postrera esperanza. Se había comprado un vestido largo, rojo, con algo de vuelo para aparentar unas anchuras que no tenía. También el p...

50 CLAVOS

Despertó antes del alba de un sobresalto. No sabía a ciencia cierta si había sido un ruido o un mal sueño, el caso es que de pronto se vio sentada en la cama con su mano derecha aferrada al camisón a la altura del pecho. Se levantó con la intención de beber un poco de agua para remojar la boca tan seca que se le había quedado del susto. Con la bata enguatada echada sobre los hombros se dirigió a la cocina, sin encender luz alguna guiándose por el resplandor de la lámpara de su mesita de noche y la costumbre. Llegó, bebió y regresó a la habitación. Por el trayecto puso atención al cuarto donde dormía su marido. No compartían cama desde que le habían puesto el aparato ese del oxigeno ya que era imposible pegar ojo a su lado y con esa excusa por fin pudo descansar tranquila. No se oía nada fuera de lo normal. Todavía pudo dormir unas horas antes de que el sol se colara por la ventana. Sin prisa se desperezó, se vistió y fue al baño a asearse. La puerta del otro dormitorio seguía cerrada y...