MÉDICO DE DINERO
Llevaba el niño pachucho unos meses. No levantaba cabeza. El médico del seguro tampoco hacía mucho, venga recetarle jarabes, que si de manzana, Carminativo, que tome manzanilla. En resumen, que no se recuperaba del todo, siempre con el dolor de barriga.
No quedaba otra que tirar para el médico de dinero.
Iban los dos de la mano, el niño casi volando.
Tenían la cita a las cinco y media y para llegar al edificio de don Antonio Menéndez les quedaba un buen trecho.
Al fin llegaron a la consulta. Pasaron a la sala de espera, donde algunos pacientes ya ocupaban varios sillones de piel marrón. El suelo de mármol granate unificaba el suelo de todas las estancias.
- Buenas tardes.
- Buenas -respondieron educadamente los otros.
- ¿A qué hora tiene cita? -pregunta obligada por si se colaba alguno. Pero no, ellos iban delante.
Hablando de enfermedades y ojeando alguna revista del montón de la mesita de cristal del centro, pasó el tiempo y entraron al fin donde el doctor.
Preguntas, una exploración abdominal y la pantalla. Eso era lo esencial, que le pusieran la pantalla para verlo bien, lo que justificaba el dineral que le costaba la visita.
- Le va a hacer este análisis y viene dentro de diez días.
Otro gasto añadido.
Para cuando llegó el momento de los resultados, D. Antonio escribió con su pluma plateada el diagnóstico con palabrejas científicas y a la mujer le explicó:
- El niño tiene muchos gases. Que no coma porquerías y le da este jarabe para hacer la digestión
Hasta otra y un cuarto del sueldo del marido para quedarse tranquila.
Sólo esperaba tardar mucho tiempo en volver.
Así vivían hace cuarenta años los pobres: con el miedo de ponerse enfermos y no poder pagarlo.
Ahora quieren que volvamos a lo mismo y lo están consiguiendo. Este verano la Junta de Andalucía ha sustituido a la mitad de sanitarios que el año pasado y eso nos va a pasar factura.
Cuando la Seguridad Social se hunda para beneficio de la privada, lloraremos, mientras, seguiremos como si nada.
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