VIERNES EN LA ESCUELA (1984)


Era un viernes de primavera.

Tanto los niños como los maestros estaban cansados de la semana y tenían ganas de que dieran las cinco de la tarde y sonara el timbre, señal que daría paso a un fin de semana de descanso y divertimento.

Habían entrado a las tres, todavia con el bocado en la boca. Menos mal que solo tenían Religión y Pretecnología. Matemáticas e Historia no lo hubieran soportado tan bien.

Doña Encarnita salió un momento a buscar algo y les dejó encargado a los chiquillos que no formaran jaleo.

- Lourdes, ponte en la pizarra y me apuntas a quien hable.

La niña, muy dispuesta, se colocó en su lugar y sabiendo que había una cosa que los mantendría callados, comenzó la retahíla, siendo seguida a coro por los demás:

"En la puerta de la confitería,

hay una rata podría,

con pupas y puparrones, 

el que hable, se la come.

Tengo la llave del cielo,

se me cayó al corral,

y ya no puedo hablar más. 

Muchos hicieron el gesto imaginario de cerrar la cremallera en la boca y se mantuvieron en silencio.

Pero siempre había alguien al que le entraba la risa o tenía ganas de liarla. Y se lió.

Cuando asomó la maestra por la puerta, dio un fuerte portazo.

- Ya podéis olvidaros de los trabajos manuales. Coged las libretas y escribís cien veces “No gritaré en clase”.

En la mesa, apartados, quedaron los materiales para hacer una cesta: la pastilla de jabón LaToja o Heno de Pravia, los alfileres y varios metros de lazo fino. 

Todos copiando la frase para que no se les olvidara (iqué mala memoria teníamos!), algunos palabra por palabra y otros la oración completa.

Cuando vio que estaban terminando, dio orden de que se pusieran con la manualidad.

- A ver si lo hacéis bien, solo tenéis que pinchar los alfileres a la misma distancia, tanto arriba como abajo, y pasar el lazo por entre ellos. Tened cuidado no os vayáis a pinchar.

Y con el olor a jabón flotando por la clase terminó esa semana de escuela

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