EL ÁNGEL JUGUETÓN
Llevaba varios días insistiendo con que quería darse una vuelta por la Tierra, pero Dios no le daba permiso.
El pobre angelillo no lo entendía; pensaba que era discriminatorio que a él, precisamente a él, que era más apañado que las antiguas pesetas, no lo dejaran pasear un poco fuera del Cielo.
“Siempre con la misma cantinela- se decía para sus adentros -que si soy joven, que si la experiencia, que no tengo oposiciones, bla, bla, bla. Una noche de estas me escapo y me dejo caer por allí”
No pasó mucho tiempo cuando llegó a sus oídos una conversación de dos ángeles veteranos sobre una visita a un pueblo del sur. Decían que se trabajaba bien como Ángel de la Guarda y además, se estaba en la gloria, casi como en el mismo Cielo.
¡Qué mejor lugar para estrenarse! Ni corto ni perezoso sacudió sus alas y antes de que se pusiera el sol ya estaba en Guadix, que así se llamaba el pueblo.
Aquellos ángeles se quedaron cortos en alabar el lugar. Una preciosa luz dorada bañaba los edificios más altos: las torres de iglesias, casas señoriales, las almenas de una alcazaba y en lo más alto, el Corazón de Jesús de la Catedral. Ese sol decadente esparcía magia y allá donde mirara había algo que le hacía vibrar, asombrado.
Con nocturnidad y alevosía, pero sin maldad, cruzó por arcos y plazas, subió por calles empedradas, sorteando fuentes y barrancos, y las risas de los niños, como si fueran cascabeles, se convirtieron en música para sus oídos. Más música de todos los instrumentos conocidos le llegaba de los cuatro puntos cardinales y una vez que cayó la noche, se encontró en la zona alta de la ciudad. Allí sintió una paz comparable a la del cielo.
El cansancio lo obligó a sentarse en el Cerro de la Bala, bajo una chimenea, y se quedó dormido. Despertó cuando un gallo comenzó a cantar y al abrir los ojos no pudo estar más de acuerdo con que Dios había creado esta maravilla para mayor gozo de la humanidad.
Y saltando entre cerros de arcilla y chimeneas blancas lo sorprendieron los primeros rayos de un sol maravilloso. Tendría que hablar con el Jefe pues decidió que se quedaría para siempre aquí, en las Cuevas de Guadix.
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