LUZ DE GUADIX

 Las doce en punto de la noche. Madrugada en Guadix.La Plaza de Santiago, la cuesta y las escalerillas bullen de vida callada.Nada de luz. Hasta la luna se ha escondido tras las nubes para cederle el protagonismo al Cristo.Silencio absoluto en cuanto se abren las puertas de la Iglesia. Suena la trompeta, El Silencio. Algunos cuchicheos por lo bajo efecto del pavo adolescente de aquellos que no conocen la tristeza profunda por su juventud y que en estos momentos de recogimiento les cuesta mantener las risas a raya.Desfilan los nazarenos. Algunos son tan altos que imponen con sus capas negras como la misma noche. Pocos críos a esta hora, ya mañana, en el día grande de nuestra Semana de Pasión, saldrán a la calle bajo la atenta mirada de los suyos, evitando la procesión de la madrugada para no acumular cansancio.Decenas de puntos de luz aparecen por el arco iluminando al Señor ya sin vida, lo que da una calidez al ambiente que contagia a los corazones en esta fría velada.A paso largo y sin pausa llevan esos veteranos horquilleros a su Cristo de la Luz. La mayoría de estos y de los penitentes cumplen promesa de su padres o abuelos, que ya las han hecho suyas con más Fe si cabe que sus antecesores.En el regreso al templo, siempre seguido por sus fieles accitanos, no sienten el cansancio ni el frío, pero añoran la compañia de su Virgen de la Amargura, que tendrá que esperar a la mañana para ir tras su Hijo, y les piden que los iluminen en sus vidas, algunas, verdaderos valles de lágrimas.

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