MIÉRCOLES DE VÍA-CRUCIS

La Esperanza ya está en su casa. Un año tendrá que pasar para salir de nuevo por la puerta de la Catedral a vestir de verde las calles accitanas. La plaza se halla vacía, sólo algunas camareras rezagadas caminan con cuidado para no tropezar con los zapatos de tacón fino.Los demás esperan en San Miguel desde hace un buen rato.Los tres pasos de la Hermandad del Santo Vía-Crucis han salido de la Iglesia, no sin bastante dificultad y su extenso cortejo ha pasado ya de la calle Real de la Magdalena.Apenas se ve. A las luces apagadas hay que sumarle la estrechez de la calle y las nubes que ocultan la luna.Gente joven en su mayoría, conocedora de los atajos, cruzan callejón arriba, callejón abajo para disfrutarlo en los mejores lugares. Llegan los primeros penitentes, con su túnicas oscuras y las capas blanco roto. En sus manos, unos cirios grandes que funcionan a pilas. Sólo se escuchan las suelas de las zapatillas arrastrando por el asfalto. Es el paso de la Sentencia, el de Las Niñas, poseedoras del título de unas de las primeras valientes en llevar a hombros un trono de Semana Santa,Otro grupo de nazarenos y llega el Cristo de los Favores.Los jóvenes, a pesar de la escasa luz, intentan reconocer a su amigos sanmigueleros entre las filas, ya fijándose en el calzado, ya en los ojos.Por fin se ve asomar la Humildad, grande entre las grandes.La procesión llega a la Puerta San Torcuato donde está el Zona a rebosar de gente y en esos instantes, cesa la música cañera y en señal de respeto, bajan sus vasos largos y se santiguan al paso de las imágenes.Cansados ya del largo camino, agotadas las fuerzas que le quedaban tras la salida de rodillas, pero con ganas, los animan desde fuera sus familiares.En la Plaza de las Palomas, los tres pasos se ponen al frente y los fuegos artificiales iluminan la escena más que el mismo sol.¡Ya queda poco, mis valientes!Y así, casi con las patas de madera del trono rozando el suelo pero renovado su ánimo, llegan a su parroquia. Falta poco para que amanezca y la campana suena por última vez. Volveremos a vernos la próxima primavera, Guadix.

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