LA ÚLTIMA PÁGINA

Don Rafael intentaba meterles en la sesera a ese grupo de niños de doce tiernos años la Revolución Francesa:

- Entonces, Robespierre a la cabeza de los  Jacobinos, impuso, bla, bla, bla.. 

María perdió pronto el hilo de la explicación de las peleas de les enfants de la Patrie vecina y se fue a la última hoja de su cuaderno. Aquella página en la que faltaba una esquina, utilizada seguramente para escribir alguna nota y donde había pintarrajeados un par de corazones con las iniciales tachadas, algunas operaciones y muchos intentos para afinar su primera y decente firma. 

Sacó de su bolsillo el duro que le había dado su madre y lo puso bajo el papel en un hueco que quedaba libre. Con el lápiz inclinado, rayó encima y el carboncillo fue dejando impresa la cara del rey de España. Realizó la misma operación con la cruz de la moneda y recordó entonces el buen puñado de caramelos de cubalibre que le compraría a la Mélida en el recreo con esas cinco pesetas.

- …fueron condenados a morir en la guillotina el rey y su esposa.

La frase, dicha con la voz estridente de D. Rafael, la devolvió a la clase de Historia y al intentar meter el duro en el bolsillo, este se le cayó al suelo.

- ¿Es qué estás enamorá, María ?

Y entre las carcajadas de sus compañeros recogió de debajo de su mesa el preciado tesoro.

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